¿Cómo ha afectado el SEO (mal hecho) a la calidad de los contenidos?

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La tecnología juega un papel determinante en la comunicación de nuestra sociedad, y no sólo a nivel de canales. El lenguaje también se ha visto directamente afectado por un cambio comunicativo derivado del uso de determinadas tecnologías. La popularización de los teléfonos móviles durante la primera década de los 2000 dio a luz a todo un lenguaje de abreviaciones que aterró a más de un padre y a más de dos pedagogos. La ortografía y la gramática de los niños se vio invadida de kas, abreviaciones y palabras sin vocales. Ahora, con los smartphones, el lenguaje móvil no ha sido erradicado del todo, pero sí podríamos decir que la gravedad del asunto se ha visto reducida. Al menos, ahora escribir con todas las letras es mucho más sencillo que hace unos años, cuando uno tenía que pulsar la misma tecla varias veces para escoger la letra que necesitaba.

redacción SEO

Quienes no están demasiado metidos en el mundo de Internet pueden caer en el error de pensar que el problema de la tecnología y el lenguaje ha llegado a su fin. Nada más lejos de la realidad. Ahora quizás escribimos un poco mejor por móvil, de acuerdo. ¿Pero qué pasa con los contenidos que consumimos en la red? Su calidad no está tan clara.

Podemos poner el foco del problema en dos factores: la democratización de Internet y el SEO. El primer punto tan sencillo de explicar como complejo. La aparición de Internet ha creado un nuevo perfil de consumidor, el prosumidor, un perfil que tanto es consumidor de contenidos como productor. Internet está abierto a todo el mundo con una conexión a la red, lo que significa que cualquiera puede publicar prácticamente lo que quiera, sin que tenga que pasar ningún filtro de calidad.

Este primer punto es una consecuencia negativa contra la que no se puede luchar. El verdadero problema es el segundo: el SEO –o mejor dicho, el SEO mal hecho–. En el nacimiento de las técnicas de Search Engine Optimization, la calidad de los textos brillaba por su ausencia. Lo que importaba era el posicionamiento, nada más. Daba igual la calidad del texto, sólo su utilidad a nivel de SEO.

Los tres principales problemas que se hicieron evidentes casi desde el primer momento fueron los siguientes:

  • Contenidos vacíos. Si antaño lo que importaba era el SEO y no el texto… ¿para qué preocuparse por la calidad? Un mal redactor SEO vomita palabras en lugar de redactar artículos, y muchos “posts SEO vomitados” dan como lugar a una gran red de textos que no aportan nada.
  • Pobreza léxica. Para el mal redactor SEO, lo importante son las keywords. Lo que las rodee da igual, de modo que no es necesario esforzarse demasiado en crear un texto con un léxico rico. Caemos pues es una pérdida de lenguaje que afecta directamente al consumidor que está expuesto a ellos.
  • Errores gramaticales y ortográficos. Si no importa el léxico, aún menos la ortografía. De hecho, el mal SEO incluye keywords con faltas ortográficas para captar clientes de bajo nivel.

Por suerte, Google hace tiempo que emprendió una lucha contra los textos de mala calidad incorporando filtros algorítmicos (como Google Panda). El objetivo no es otro que favorecer los sitios web con contenido de calidad y acabar con la perversión del lenguaje.

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